9.07.2010

Recuerdo

Pueden llevar juntos toda la noche, puede que se acaben de encontrar hace menos de un minuto; puede que hayan cenado, paseado, y entrado en aquel bar por casualidad, o puede que ella llegue tarde, como casi siempre, y entre escapando del calor sofocante que ni siquiera la noche ha logrado apaciguar, para verle esperando, sentado delante de una cerveza, exactamente igual que lo había dejado la última vez.
En ese momento, sea cual sea, el aire cargado del local se vuelve mucho más ligero, la tensión se escapa por la puerta que se acaba de cerrar, y todo se vuelve claro, transparente.

Ella está nerviosa. Haya pasado un día, un mes, un año, siempre se pone nerviosa cuando se le acerca, como si algo fuera a pasar, como si un gran meteorito fuese a caer sobre el edificio, como si este sueño extraño fuese a acabar en aquel preciso instante.
Ella está nerviosa, y se le nota; y él se ríe, y ella se ríe, y se relaja; y hablan, y discuten, y bromean como no eran capaces de hacerlo antes, como si no pasase nada de todo lo que en realidad pasa. Y entonces, se miran, y ella... bueno, ella vuelve a estar nerviosa.

Cada noche que ha recordado aquellos besos no es nada comparada con la familiaridad de la sensación real de sus labios. Cada vez que sola, con la luz apagada, y queriendo estar en otro lugar distinto ha rememorado sus manos, sólo lo ha hecho con una millonésima parte de la suavidad de la caricia que ahora recibe. Cada vez que en este tiempo ha traído a su memoria sus ojos, no se ha ni acercado a la profundidad de los que la están escrutando ahora.

Los recuerdos sirven, ayudan, puede incluso que apacigüen en ocasiones los deseos más terrenales, pero nada es comparable, nada puede siquiera acercarse a él así, real, él tanteando, jugando con su pelo, con su cuerpo, con otras cosas con las que es mucho más peligroso jugar. Un recuerdo no respira en tu oído, no habla, asustándote, no te da escalofríos, ni hace que una gota de sudor te recorra la espalda. Un recuerdo no busca, no intenta, no se sorprende, incluso aunque no te crea.

Pero ésto, por fortuna para ella, hoy, no es un recuerdo.